La historia de Emily

       Cuatrocientos años después de que Gorate se fundase, Emily vivió su triste historia: la desaparición de su mascota, la gatita Marie. Es una niña de nueve años que vive en este pueblo envuelto en niebla y silencio. Su mundo es pequeño: solo tiene dos amigas, su gata Marie y Alicia Tofone, una niña extraña que desciende de una de esas familias fundadoras que nunca se fueron del todo.

       Emily no sabe que su vida forma parte de un plan muy antiguo, trazado mucho antes de que ella naciera por un hombre bastante extraño, que siempre anda por ahí enfundado en un traje morado, con camisa negra y corbata roja. Lo que sí sabe es que puede hacer cosas que otras personas no pueden. Ella les llama sus «dones»: puede ver a los ecos y espíritus de los vecinos ya fallecidos que moran por las calles del pueblo; a veces, es capaz de abrir las puertas con solo mirarlas, y su oído es tan fino que puede captar los sonidos más insignificantes. Su madre siempre le ha dicho que todo eso son tonterías, inventos de una niña pequeña. Cada vez que Emily intenta hablar de lo que ve o siente, Alba cambia de tema o se enfada, incluso llegando a castigarla. Por eso la niña ha aprendido a callarse todo esto, aunque por dentro sepa que sus dones están ahí, esperando.

      Cuando Marie desaparece, Emily se ve obligada a buscarla en lugares donde nunca había estado. Así comienza a descubrir que Gorate esconde cosas que llevan siglos enterradas. Su amiga Alicia trata de prestarle ayuda usando sus dones, pues ella, al igual que Emily, es bastante inusual. Por desgracia, la pequeña se verá obligada a enfrentar su aventura en solitario, aunque seguida de cerca por el tipo del traje y su ayudante, el hombre raro del abrigo.